martes, 11 de enero de 2011

Hombres contra la guerra: Uomini contro, 1970.

La novela escrita por Emilio Lussu en la que narraba sus experiencias en el frente, Un año en el altiplano, tuvo una secuela cinematográfica estrenada en 1970: Uomini contro, una producción cuyo título, parece ser, fue traducido al castellano como Hombres contra la guerra.

Los personajes principales están extraídos de la novela aunque el trasunto narrativo de Lussu será bautizado en la película como teniente Sassu -extravagancia que se me ocurre mientras escribo. Ni Lussu ni Sassoon: Sassu.- Explorando por youtube se puede acceder a algunas de las escenas más memorables y/o espantosas de la película, eso sí, en el italiano original.
Han pasado unos años desde su producción y las muertes en el cine no son iguales. Aquí cuando los soldados son ametrallados todavía caen despacio, como si un ente se apoderara de sus almas a lo Final fantasy o como si tuvieran miedo de lastimarse al caer al suelo. Sin embargo, ciertas escenas aún conservan una fuerza desgarradora.


En esta película hay de todo. En esta escena vemos un ataque de la caballería austríaca que encuentra en su carga a las ametralladoras italianas:



En esta escena el teniente Ottolenghi propone al teniente Sassu cargarse a todos los oficiales superiores. Sassu manifiesta su escepticismo.



Ataque nocturno bajo el sonido de las trompetas que animan a la tropa atacante y asustan a los austríacos. Bien, bueno, de acuerdo, tal vez ese efecto no se lograra plenamente. Sin embargo, fijaros en la luz al final que parece llamarles. Gran acierto dramático y estético.



En esta escena Sassu va al hospital a visitar a un compañero gravemente herido, desahuciado de hecho. Si sigue al libro se trata entonces del teniente Avellini. Paralelamente a la imagen de Sassu entre conmovido e indignado se escucha un inspirado discurso que apela al espíritu del Dulce et decorum est horaciano.



Esta escena de la película es sobrecogedora y, cuarenta años después, no ha perdido su fuerza original. La decimación era un tipo especialmente injusto de castigo por el que se ejecutaba a uno de cada diez soldados que habían participado, por ejemplo, en un ataque frustrado. Si bien los alemanes adquirieron una oscura reputación por la dureza y rigidez de la disciplina prusiana no tengo constancia de que utilizaran estos castigos. De hecho, durante la Gran Guerra fue -de las mayores potencias y si no me equivoco- la que menos soldados propios ejecutó. Sin embargo, son los italianos, con esa falta de seriedad y con esa alegría por la vida estereotipadamente mediterránea, quienes se destacaron con estas prácticas salvajes. Ejemplos similares también están registrados en el ejército francés.
El diálogo que precede a la decimación sí aparece en la novela de Lussu, pero esa conversación no continúa de la misma manera en la novela. El mayor Melchiorri, recién llegado de África, sostiene que para vencer al enemigo se debe ejercer una disciplina como aquella a la que son sometidas las tropas coloniales. Su interlocutor le responde que eso no es posible porque el ejército italiano está formado por ciudadanos. Melchiorri, naturalmente, desprecia tal hecho. Al ejército italiano de ciudadanos se le aplica la decimación. Sí, cuesta de creer.



Esta escena es particularmente célebre. El general Leone envía a sus hombres ridículamente protegidos por yelmos y corazas como si fueran caballeros medievales y son fácilmente abatidos por los soldados austríacos.
El caso es que está basado en hechos reales, es decir, las corazas farina -juraría que Leone dice "corazze Fasina" o algo así- sí que se utilizaban. Se enviaban a escuadras de zapadores con la misión de hacer huecos en las alambradas enemigas por donde pudiera pasar la oleada de atacantes propia. No utilizaban yelmos como en la película. Lussu explica en su novela que estos hombres avanzaban con la cabeza agachada porque su cara no estaba protegida. Si queréis más información sobre las corazas farina aquí y aquí.

En cuanto al ataque que se produce a continuación Mark Thompson destaca, en su obra The White War, que hay documentadas al menos unas seis ocasiones en las que, efectivamente, los austríacos dejaron de disparar sobre los italianos y cree ver en ello un factor diferencial de este frente. De que los italianos dejaran de disparar sobre los austríacos en una situación inversa no dice nada.




Esta escena adquiere tensión añadida si se conoce el contexto. La tronera número 14 está bajo el fuego preciso de un tirador austríaco. A pesar de lo pequeño de la ranura por la que los italianos pueden observar, cada vez que se destapa y alguien intenta mirar el soldado austríaco coloca certeramente una bala.



Esta escena muestra, una vez más, la despiadada estupidez de los mandos italianos. Además, esta escena en particular creo que se entiende bastante bien.




Esta escena es bastante fiel a lo contado en la novela. Con el ruido yo no entiendo bien lo que dicen y no estoy seguro de si lo explican. Bueno, según relata Lussu, el bombardeo es, encima, fuego amigo. El refugio en el que se meten los soldados parece muy vulnerable y deciden salir fuera porque tienen la percepción de que estarán más seguros fuera que en esa ratonera. El mayor Melchiorri se lo toma como una insubordinación frente al enemigo y decide ejecutar una decimación.



Yo no sé vosotros, pero, para mí, vaya descubrimiento de película...

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