miércoles, 29 de diciembre de 2010

Un año en el altiplano, Emilio Lussu.

Realidad y ficción.
Juzgamos las obras que consumimos en virtud de lo que esperamos de ellas. Si leemos novelas podemos perdonar que se sacrifique el rigor histórico a cambio de una intriga que nos atrape; si leemos historia podemos perdonar que el texto sea en ocasiones más farragoso pero no nos gustará que se invente datos o que no se contrasten los que nos dé. Ambos mundos se mezclan las más de las veces. Por eso muchos autores cuando tratan de reflejar períodos de sus vidas utilizan la novela, en cuyas convenciones es lícito la utilización de la ficción. Muchos autores, también, acuden a crear otros personajes que reflejan, en gran medida, su propia peripecia vital, pero no de forma total. Así, se defienden estos autores, estos personajes son en realidad autónomos.
Curiosamente, ahora mismo no recuerdo que en ningún momento ninguno de los personajes se dirija al protagonista -al autor, Emilio Lussu- ni como Emilio ni como teniente Lussu ni de ninguna manera. Más curiosamente, se reproduce un diálogo a varias bandas a la manera de la reproducción literaria del diálogo teatral, es decir, encabezado cada parlamento por el nombre de quien lo realiza. Uno de los que se destaca en tal discusión es el Comandante de la 10ª Compañía, y no es ningún secreto para el lector que el oficial al mando de la 10ª Compañía era el propio autor.
Tómese, por lo tanto, la lectura de esta obra con todas las prevenciones que se quiera. Desconfío tanto de quienes pretenden presentar sólo ficción como de quienes quieren presentar sólo la verdad. Ahora bien, como aceptemos lo expuesto por el autor al prologar su libro -es decir, la veracidad de lo relatado- revelará entonces esta obra más sobre la verdadera naturaleza de lo que fue el frente italiano que la lectura de decenas de monografías y manuales. Lo que cuenta es escalofriante, angustioso, injusto. Es un varapalo al estamento militar sólo comparable a las denuncias antimilitaristas de Senderos de gloria o El miedo.

Emilio Lussu

Emilio Lussu. Sí, yo también pienso que tiene pinta de estirado. Imagen: Wikipedia

Argumento general.
Esta novela relata, según explica el propio autor, los hechos que le tocaron vivir durante el año que combatió en el frente del altiplano del Asiago, en el período comprendido entre junio de 1916 y julio de 1917. Lussu escribirá sobre la vida cotidiana en el frente: las patrullas, los ataques, los soldados y oficiales con los que convivió. El resultado es vívido e inolvidable.

El alcoholismo.
La presencia del alcohol era una constante en todos los ejércitos. Servido de manera sistemática por los mandos a sus soldados quitaba el frío, quitaba el miedo, entontecía y, finalmente, producía alcohólicos; pero de esto no se habla mucho en la Historia al uso. Aquí es protagonista. Todos los personajes que aparecen en esta novela beben mucho, pero la mayoría se han alcoholizado completamente como único recurso para seguir haciendo la guerra. Uno de los capítulos más angustiosos de la novela se produce porque un comandante de batallón estaba completamente borracho. La expresión "ebrio de miedo" adquiere aquí un sentido especial íntimamente ligado a la ingesta de coñac. Sólo uno de los personajes no bebe nunca y es tomado a mofa por ello en alguna ocasión: el propio protagonista y autor.

Los generales.
El papel con el que se nos presenta a los generales puede ser más o menos conocido: falta de empatía con la tropa, falta de sentido de la realidad; más aún, incompetencia profesional, deseo de medro a costa del sacrificio de la tropa, etcétera. Famosa es la leyenda que cuenta que un general británico se derrumbaba llorando cuando visitaba el frente después de Passchendaele mientras sollozaba: "¿De verdad hemos mandado a nuestros muchachos a esto?"- refiriéndose al inmundo lodazal que le rodeaba. Los generales mostrados por Lussu van un paso más allá: al de la locura homicida. Saben lo que hay y mandan a sus soldados a una muerte cierta e inútil.

Giacinto Ferrero

El general Giacinto Ferrero inspira, según la Wikipedia, al personaje del general Leone. Imagen: www.14-18.it

Los motines.
Uno de los momentos más angustiosos de la novela es cuando se produce un motín entre la tropa. Los motivos de la tropa son comprensibles y sabemos que el resultado final sólo puede ser acabar tras el paredón. Sin embargo, se pasa mal también por los oficiales de las compañías, que sufren también la manía criminal de sus mandos pero son responsables directos de las compañías amotinadas.

Las decimaciones.
Se dice que era costumbre en las legiones romanas que, cuando un ataque salía mal o se consideraba que la tropa no había combatido con suficiente ardor, se ejecutara a uno de cada diez soldados. Se dice que esta costumbre también se practicaba en el ejército italiano de la Gran Guerra. Asistiremos con Lussu a uno de estos espectáculos subhumanos que se resolverá de forma caótica y entre reacciones humanas difíciles de comprender.

La artillería italiana.
Brilla por su ausencia. Menos mal. Sus apariciones se hacen notar en forma de fuego amigo.

Al estilo Jünger.
Lussu nos recuerda por momentos a Jünger. No por una cuestión estilística, sino por algunos elementos que recuerdan unas experiencias en el frente similares. De estas, no se parecen tanto por la presencia de su asistente -que le correspondía por su categoría de oficial- sino por sus lecturas en las trincheras. Sin embargo, hay un momento que parece calcado a Tempestades de acero. Lussu se adelante unos metros por la tierra de nadie y encuentra un lugar idóneo para encañonar y disparar a los austríacos. Con todo, Lussu no es Jünger.

El humor.
Leyendo reseñas sobre la obra se habla del humor que recorre la obra. No digo que no exista pero yo no lo encontré. Estaba demasiado indignado leyendo.

Un año en el altiplano

Portada de Un año en el altiplano. Un prejuicio: el color de la portada no me animaba a su lectura pero el libro es magnífico. Imagen: Editorial Libros del Asteroide.

La violencia de abajo hacia arriba.
No existen claros episodios de insubordinación excepto el del motín porque las consecuencias eran graves y bastante inmediatas. Sin embargo, uno de los personajes encarnará la rebeldía contra los mandos y verá claramente donde se encontraba el enemigo. Su postura podría mover por momentos a la sonrisa, por lo impracticable de sus deseos, pero es el destino el que impide que pueda llegar más lejos en sus iniciativas.

La actitud de Lussu.
Leyendo los comentarios a la obra se suele destacar la evolución del protagonista. Si hacemos caso al testimonio del Comandante de la 10ª Compañía, siendo estudiante de Derecho estaba a favor de la intervención militar italiana con el fin de detener al militarismo teutón. Después habría comprendido el horror de la guerra pero, atención, no nos vayamos a pensar que Lussu es un nuevo Sassoon en potencia. El rechazo a la guerra estaba extendido entre los combatientes pero más extendido estaba el rechazo a la derrota.

Conclusión.
Excelente novela, altamente recomendable, no sólo para el aficionado al universo de la Gran Guerra sino al aficionado a la literatura bélica en general. El lector de novelas común también encontrará aquí una obra ágil y envolvente. A pesar de que la obra carece de casquería y vísceras -sin duda el autor se lo ha preferido guardar- no es apta para estómagos delicados. Los horrores de la guerra no se presentan aquí en su faceta más física sino en otra mucho más sutil.

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