miércoles, 19 de enero de 2011

Anthelme Mangin.

Cuando en 1918 termina la I Guerra Mundial el ejército francés contabiliza entre 200.000 y 300.000 desaparecidos. Es duro de aceptar, especialmente en aquel momento, pero la inmensa mayoría están muertos, pulverizados por los obuses alemanes o enterrados bajo sucesivas capas de tierra removidas por el fragor de los bombardeos. Técnicamente, sin embargo, existe esperanza de encontrar vivos a muchos. Puede tratarse de desertores o prisioneros; puede tratarse también de hombres que no hayan dejado su vida, su cuerpo físico en el campo de batalla sino su vida anterior: pueden ser amnésicos. Anthelme Mangin es uno de esos hombres transtornados irreversiblemente por las calamidades del frente occidental y cuya historia real se va a transformar en símbolo del drama de toda una sociedad -la francesa- que fue la que pagó un precio más alto -proporcionalmente- es esta guerra.

A principios de 1918 los alemanes repatrían a Francia un cargamento de prisioneros que consideran no recuperables para el combate. Del convoy sale, entre otros muchos, un hombre alto sin chapa identificativa y sin detalles que puedan dar cuenta de su unidad. No es capaz de dar razón de sí mismo y a las preguntas insistentes de los gendarmes sólo puede balbucear algo parecido a Mangin.

mangin rodez

El soldado sin memoria de Rodez según imagen de La Depeche.

Diagnosticado con amnesia y demencia precoz recorre varias residencias hasta que queda instalado en la de Rodez. En 1920 aún se cuentan seis soldados amnésicos que todavía no han sido identificados por sus familias. Sus fotos son publicadas en toda las prensa de Francia. En 1922 sólo queda Mangin y su foto vuelve a ser publicada en la prensa francesa. En esta ocasión produce una conmoción. Ahora sí, es la última oportunidad para cientos de franceses de recuperar al familiar perdido. Y no sólo franceses. Llegarán reclamaciones de Escocia y Canadá. Los admnistradores de la residencia de Rodez tendrán auténticos problemas para gestionar la avalancha de solicitudes, visitas y requerimientos que se les viene encima. El director del centro, el señor Feynarou, habrá de hacer gala de un extraordinario coraje para valorar con ecuanimidad las pruebas presentadas por los peticionarios y no dejarse conmover por las lágrimas ni intimidar por las amenazas. Valga el ejemplo de la familia de Victor Brillé, caído en el frente en diciembre de 1915, la cual acusaba al centro de haber manipulado su apariencia física.

Hasta 19 familias llevaron a los tribunales sus reivindicaciones sobre el pobre Mangin, quien atendía con la misma amabilidad indiferente todas las visitas. La batallas judiciales se suceden y llegamos a los difíciles años 30. Sólo dos familias perseveran. De una parte, Lucie Lemay, convencida de que está ante su perdido marido Marcel. De otra parte, el señor Pierre Manjoin, quien reclamaba tener ante él a su hijo Octave, un sencillo camarero en la vida civil.

Los juzgados de Rodez darán la razón a Pierre Manjoin en 1937. Dictaminaban que se trataba de Octave Manjoin, herido y hecho prisionero en 1914. El Tribunal de Apelación de Montpellier volvía a dar la razón a Manjoin en 1939 pero para entonces Pierre Manjoin ya había fallecido. Con él se iba el último famliar directo de Octave.

Anthelme Mangin/Octave Manjoin murió de malnutrición en el asilo de Rodez en 1942. Según Jean-Yves Le Naour, los alemanes estaban aplicando un programa encubierto de eutanasia a los enfermos mentales: no les daban de comer.

Para saber la historia mejor y más completa acúdase al libro de Le Naour:

mangin francés
Imagen: atoutlivre.com

Está traducido al inglés:

mangin inglés

Imagen: macmillan.com

He utilizado para confeccionar este post la entrada de la edición francesa de la Wikipedia para Anthelme Mangin, The Living Unknown Soldier by Jean-Yves Le Naour, L'énigme de l'amnésique de Rodez, Le Poilu sans nom y The Living Unknown Soldier by Jean-Yves Le Naour, trans Penny Allen.

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