martes, 1 de marzo de 2011

Louis Strange. Si tomara las alas del alba.

Louis Strange (1891-1966) era uno de esos jóvenes de principios del siglo XX extasiados ante la oportunidad de volar y que no pensaba desperdiciar la más mínima oportunidad que se le presentara. Nacido en una familia de granjeros de Dorset decidió, la primera vez que vio volar un avión, que él también lo haría. Y un año después, para agosto de 1913, Strange había obtenido su licencia de vuelo. A continuación presentó su solicitud de ingreso en el Royal Flying Corps y comenzó a participar en competiciones aéreas obteniendo brillantes resultados. De hecho, en abril de 1914 apareció en la portada de la revista Flight, cuando se incorporó al selecto club de pilotos capaces de realizar un loop con su avión.

En agosto de 1914 se desatan las hostilidades en Europa y a mediados de agosto todos los aviones que el RFC tiene en condiciones de volar cruzan el canal de la Mancha en una travesía que suponía, por el número de aviones implicados, un hito en sí misma. El último de los pilotos en incorporarse a su escuadrón es nuestro amigo Strange. Comienza para él una época de frenética actividad.

En su primera semana en Francia ya se las ingenió para armar un dispositivo que permitía al observador de su Farman disparar con una ametralladora Lewis. El 22 de agosto se observó a seis aparatos alemanes sobrevolando la base aérea de Maubage a una altura de 5.000 pies y Strange vio la oportunidad de probar el dispositivo. Con toda la prisa que pudieron Strange y su compañero, el teniente L. Penn-Gaskell, quien haría las veces de ametrallador, se subieron al Farman y despegaron. Sin embargo, no llegó a producirse ningún combate porque el avión británico no fue capaz de superar los 3.500 pies de altitud.

La semana siguiente fue movidita. Al ejército británico le tocaba replegarse y Strange y sus compañeros tuvieron que cambiar varias veces de base. Entre cambio y cambio, continuaban con sus misiones de reconocimiento y practicaban la caída libre de bombas sobre las líneas alemanas. Estas operaciones rudimentarias de bombardeo no debían de dejar muy satisfecho a Strange, así que diseñó y fabricó él mismo unas bombas de gasolina que arrojó sobre un convoy alemán en St. Quentin el 28 de agosto, acción que le dejó bastante contento.

En octubre desarrolla un sistema de correas que permite al observador de un Avro 504 incorporarse con seguridad y disparar con su ametralladora por encima del avión y hacia atrás. Mejorará aún más el sistema mediante la colocación de una barra que permitía al observador disparar sentado hacia atrás por encima de la cabeza del piloto. Fue con este sistema que Strange reclamó la victoria sobre un Aviatik alemán el 22 de noviembre de 1914.

A principios de 1915 es ascendido a Capitán y es destinado al sexto escuadrón del RFC. Por esta época prepara un BE-2c para que pueda llevar cuatro bombas de 20 libras montadas en las alas. Con este invento Strange bombardeó en marzo de 1915 la estación de ferrocarriles de Courtrai provocando 75 bajas en los alemanes y el cierre de la instalación por tres días. Strange fue condecorado por esta acción con la Cruz Militar.

En el sexto escuadrón coincide con el legendario Lanoe Hawker, quien además de abatir a varios aviones alemanes desarrolló varias mejoras para los aviones del RFC. Ambos se hicieron íntimos amigos y Hawker fue el padrino en la boda de Strange. En combate también habían sido íntimos. Strange hizo de señuelo para alguna de las victorias de Hawker.

louis strange

Louis Strange. Imagen: stedwards.oxon.sch.uk.

Uno de los aspectos en que más trabajaron ambos ingenios fue en las posibilidades de montar las ametralladoras en los aviones. En una de estas pruebas Strange montó una ametralladora Lewis sobre el ala superior de un Martynside S1, uno de los primeros monoplazas recibidos por el sexto escuadrón. El 10 de mayo de 1915 Strange despegó con el Martynside en dirección Este consciente de que pilotaba un avión inestable y complicado pero encantado de tener su ametralladora montada sobre el ala superior y que le permitiría disparar utilizando el mismo avión para apuntar. Se había internado bastante en territorio alemán cuando vio a un Aviatik volando por encima de él hacia el Norte. Strange se quiso acercar pero al Martynside le costaba subir. Cuando el observador del Aviatik se dio cuenta de la presencia del monoplaza de Strange también empezó a subir y el Martynside estaba alcanzado su límite de altitud. Strange movió el mando de su avión hacia atrás levantando así el morro y, de esta manera, disparó una larga ráfaga con la ametralladora hasta que agotó el cargador. Ni un impacto: el Aviatik se escapaba como si nada.
En ese momento Strange se empezó a preocupar. Se había internado profundamente en cielo alemán y estaba con el cargador vacío. Puso el avión en dirección a las líneas británicas y trató de abrir el cierre del cargador para cambiarlo. Sin embargo, el cargador estaba atascado y, con la presión del aire añadida, a Strange le costaba manipularlo con sus guantes de vuelo. Strange acabó quitándose los guantes y se incorporó del asiento aguantando el mando del avión con las piernas y tirando del cargador con ambas manos. Entonces sucedió lo menos deseable.
El avión hizo un extraño. El extraño hizo perder el equilibrio a Strange quien, en esa pérdida, hizo un movimiento brusco al mando del avión con el dramático resultado de que el avión se invirtió. Tenemos, pues, a Strange colgado en el aire de un avión a unos 9.000 pies de altura en posición invertida y agarrado únicamente al cargador de su ametralladora, cargador que en cualquier momento podría soltarse y que, por otra parte, era por lo que había estado perseverando durante bastante rato. Con las fuerzas que da la desesperación y animado por la adrenalina que corría a chorro por todo su cuerpo Strange comenzó a patalear hasta que, tras varios intentos, consiguió introducir las piernas nuevamente en la carlinga. Entre la falta de control del aparato y los meneos que Strange le había metido para introducirse de nuevo en el habitáculo del piloto el avión había entrado en barrena. En aquel estadio del pilotaje, 12 años desde el vuelo inaugural de los hermanos Wright, una entrada en barrena era estar virtualmente muerto. Además, Strange tuvo que dedicarse a sacar restos rotos de la carlinga del avión que él mismo había provocado con sus pataditas y que no le dejaban manejar los mandos y recobrar el control del aparato. Hubo, desde luego, sangre fría y mucha pericia pero fue, al fin y un cabo, un milagro que Strange consiguiera finalmente recobrar el dominio del avión y regresar a su aeródromo.


Este es, según la web earlyearoplanes.com, el avioncito que le dio el disgusto a Strange. El Martynside S-1 era un avión muy inestable y no tenía ninguna de las virtudes requeridas en un avión de combate. Al final sólo se repartieron unos sesenta a las escuadrillas del RFC. La imagen la vi a través de La aldea irreductible, blog que ya se había hecho eco en castellano de la aventura de Strange.

Cuando llegó no estaba de muy buen humor y, sin decir nada, se fue hacia su cama donde se quedó dormido como un tronco durante doce horas seguidas. El hecho es que su historia llegó a oídos de sus compañeros a través de los alemanes que no encontraban, pese a su búsqueda, los restos del avión que, obviamente, se tenía que haber estrellado. Parece ser que los alemanes arrojaron una corona de flores con una nota explicando la historia -hasta que el avión se invierte y Strange sale despedido del habitáculo del piloto- sobre su base. Tal vez fuera porque todavía no conocía la historia que el superior de Strange -que debía de ser el Mayor Gordon Shepherd- le pegara la bronca por haber provocado "daños innecesarios" en el interior del avión.



Continúa en Louis Strange. Tu mano derecha me sostendrá.

2 comentarios:

F. Xavier González Cuadra dijo...

Muy buena historia.
Las peripecias de Strange durante la Gran Guerra no acaban ahí. De hecho, su llegada a Francia desde las Islas británicas durante ese agosto de 1914 fue la más accidentada, retrasando la salida de su escuadrón hacia Maubege durante un par de días. Curiosa es la historia que tenía con su observador, aficionado a los brevajes etílicos que le supuso más de una reprimenda por el mismísimo Henderson.
Y sobre episodio de la ametralladora y el peso que no les permitió subir más de 3.500 m., la historia acabó con otra bronca... el mando le acabó ordenando a los dos que la próxima vez subiesen con un fusil y no con una ametralladora.
Strange era especialista en meterse en follones, sobretodo haciendo probaturas. No recordaba la anécdota de sus 'ejercicios gimnásticos' en pleno vuelo. Muy buena.
Buen post.

Fuentes:
Barker, Ralph. The Royal Flying Corps in World War I.

K.I.A. dijo...

Lo que me fascina de estos hombres era la capacidad que tenían de combinar las más diversas facetas: aventurero, inventor, soldado. Y esto en una existencia que abarca dos guerras mundiales.

Me apunto la referencia que anotas, no la conocía.