martes, 1 de febrero de 2011

El hombre que pudo matar a Adolf Hitler.

En 1938 Neville Chamberlain, primer ministro de Gran Bretaña, se entrevista con Adolf Hitler con el objetivo de salvar la paz para su tiempo. Hitler invita a Chamberlain a su recién estrenada residencia de Berchtesgaden, un magnífico complejo en los Alpes bávaros que había sido un regalo de Martin Bormann y otros jerarcas nazis.

En estas reuniones no todo son arduas negociaciones. Precisamente para que tales discusiones no sean tan complejas y se puedan simplificar al nivel de un cambio de cromos, se van produciendo momentos de distensión en los que los personajes protagonistas se relacionan y acaban compadreando. En uno de estos momentos de colegueo Hitler enseñó un cuadro a Chamberlain. Se trataba de una obra del italiano Fortunino Matania que representaba a soldados británicos en la Primera Batalla de Ypres. En primer plano aparece un soldado que acarrea a su espalda a un camarada herido. Hitler lo señala y explica convencido: "Este hombre estuvo tan cerca de matarme que pensé que no volvería a ver Alemania otra vez".

cuadro tandey por matania

Green Howards en el cruce de Menin en 1914, obra de Fortunino Matania. En primer término, Henry Tandey, VC, MM, DCM. Imagen: Victoria Cross.

Chamberlain lo mira sorprendido por la revelación. Se da la circunstancia, además, que el soldado en primer plano señalado por Hitler no es un cualquiera imposible de identificar sino que es sabido que se trata de Henry Tandey, el soldado raso británico más condecorado durante la I Guerra Mundial.

De vuelta a Gran Bretaña, Chamberlain hace una llamada al domicilio familiar de Henry Tandey donde le hace partícipe de la anécdota y del agradecimiento del Führer por no haberle disparado.

Dos años más tarde la guerra es una realidad y esta historia se hace conocida para la opinión pública británica. En una entrevista en la prensa Henry Tandey explica la circunstancia, la cual había aparcado en su memoria durante largo tiempo: "Apunté pero no podía disparar a un hombre herido, así que le dejé ir". Veinte años después Tandey se arrepiente de su misericordia y lamenta no haber disparado. Su deseo es reingresar en el ejército para "que no se escape por segunda vez".

Hasta aquí la historia del hombre que pudo matar a Adolf Hitler. Intentemos desentrañar ahora las circunstancias que lo rodearon y su verosimilitud.


Parece ser que Hitler habría visto en algún periódico alguna reproducción de la obra de Matania. Desde el primer momento se habría quedado con la cara que representaba a Tandey transportando a un herido a su espalda. Desconocemos en qué contexto tuvo lugar este conocimiento de la pintura. Sería interesante saber qué ponía el pie de foto. Tal vez sólo ponía que el hombre en primer término había recibido la Cruz Victoria en Marcoing en 1918. No sólo sería información suficiente para Hitler, sino que confirmaría su visión de sí mismo como hombre predestinado: el hombre que le pudo matar y no lo hizo no era un inglés vulgar, era todo un héroe.

Porque uno de los elementos que hacen más confusa toda esta historia es que el dichoso cuadro representa, en realidad, una escena tomada en 1914. El cuadro suele ser nombrado como Green Howards en el cruce de Menin en 1914. No debería haber problema. Si Hitler estaba seguro de la cara y esa era la única imagen a la que había podido acudir tampoco hay mucho más que hablar. Pero es que resulta que Hitler y Tandey podrían haber coincidido temporalmente durante la Primera Batalla de Ypres y a partir de ahí se ha elucubrado, y enredado, con la posibilidad de que hubieran coincidido también espacialmente y Hitler, sencillamente, hubiera confundido las fechas.
Como Tandey también dijo recordar el hecho y lo hacía refiriéndose a los combates en Marcoing de 1918, que ambos hubieran coincidido en 1914 es bastante irrelevante porque ambos tendrían que estar confundiéndose de fecha.

En cualquier caso, una vez que Hitler hubo llegado al poder en Alemania se hicieron gestiones para adquirir el cuadro, o al menos, una copia. Y parece ser que la copia que Hitler tenía colgada en su mansión en Berchtesgaden se la habían enviado desde el mismo Regimiento de los Green Howards en 1937. Chamberlain tenía que estar sorprendido al verlo. Un nacionalista alemán como Hitler escogía siempre para este tipo de representaciones estampas en las que aparecía heroicamente representado el soldado alemán, no el enemigo.

Es seguro que Hitler estaba completamente convencido de la anécdota. En la nota de agradecimiento que el capitán Weidmann, ayudante de Hitler, envía al Green Howards explica que el Führer es razonablemente aficionado a coleccionar cosas relativas a su propia vida. Lo interesante es que Tandey también estaba convencido de que tal suceso había tenido lugar. De una parte, resultaría sorprendente que una persona honrada por sus gestas militares quisiera pasar a la historia como el hombre que no evitó, con un sencillo disparo, los horrores de la II Guerra Mundial. Recordemos que Tandey estaba en Coventry durante el famoso bombardeo que arrasó la ciudad y que pasó una buena porción de tiempo en Londres durante el blitz. Tras haber pasado unas cuantas noches bajo las bombas de la Luftwaffe y ver sus efectos en la población civil, resulta improbable que nadie pretenda adquirir celebridad por ser el hombre que pudiendo evitar esos males no lo hizo. De otra parte, las búsquedas por internet sobre este caso particular suelen hacernos encontrar internautas que dicen ser familia de Tandey y que siempre defienden como una verdad universalmente admitida por los Tandey que tal hecho sucedió.

Como la experiencia nos dice que determinadas experiencias nos pueden dejar una huella indeleble en la memoria pero que esta, al mismo tiempo, puede ser tremendamente traidora, parece razonable intentar acudir a fuentes documentales, si es posible, y no fiarnos únicamente de la memoria de sus protagonistas por muy convencidos que estén de los hechos. Desgraciadamente, no es posible corroborar los aspectos que envuelven esta trama debido a que los bombardeos aliados sobre Berlín durante la II Guerra Mundial destruyeron gran cantidad de sus archivos militares.

Al menos así se dijo durante bastante tiempo y así se hacen eco en algunas de las entradas más populares en internet para este caso, como se puede ver aquí y aquí -entradas que, por otra parte, he seguido para escribir este post-. Sin embargo, un escrito de Paul Delplanque en la web gazettelive.co.uk daría por cerrada cualquier controversia al respecto. De dar credibilidad a Delplanque resultaría entonces que sí que había archivos que pudieran corroborar o no tal historia.

Según Delplanque Hitler y Tandey no habrían coincidido en la carretera de Menin en 1914 porque la unidad de Tandey fue evacuada de la zona dos días antes que llegara Hitler. Ahora bien, la fecha que es verdaderamente relevante es la del 28 de septiembre de 1918 en Marcoing, donde ambos decían haber tenido el encuentro. Y los archivos militares alemanes dicen, explica Delplanque, que Hitler estuvo de permiso del 10 al 27 de septiembre por lo que Hitler estaría en tránsito hacia el frente aquel día, no en él todavía.

Por lo tanto y si damos credibilidad a esta información, Tandey puede descansar en paz en su tumba. No fue su responsabilidad si la II Guerra Mundial tuvo lugar al final y los remordimientos que en vida pudiera tener por ello fueron infundados.

tandey mayor

Henry Tandey exhibe orgullosamente sus medallas en 1973. Imagen:gazettelive.co.uk.


Aunque, como última elucubración, podríamos conjeturar que Tandey no se creyó nunca tal historia y que entró en el juego cómo una aportación propagandística más al esfuerzo de guerra. ¿Qué significación tendría tal historia en el imaginario del pueblo británico en guerra? Pues tal vez un contundente mensaje subliminal: cada alemán que dejes vivo puede ser otro Hitler dentro de veinte años.

1 comentario:

sbbs dijo...

muy interesante, pero si Hitler hubiera sido asesinado en dicha epoca el destino inexorable de alemania no hubiera cambiado